LA VIEJA ALDEA
La tarde se ocupaba bajo el sol y
la lluvia parecía enamorada de la línea multicolor que se apreciaba en el
infinito, cayendo placida y suave sobre los versados tejados de la vieja aldea.
Aparecían las sombras bajo la
inmensa oscuridad que cerrando sus estrechos callejones que la componían.
Parecía desolada con las ruinosas casas desabitadas que la componían en su
mayoría, ya que alguna dejaban entrever una pequeña luz de candil, parecida a
la luna de otoño. Si, la aldea estaba desabitada desde hacia mucho tiempo. Solo
acogía en sus senos a algunos observadores del paisaje que veían en sus casas
el ultimo resquicio de la cultura campestre, que un día floreció en ese lugar,
ya casi olvidado en el ti4empo, y en su contorno los únicos habitantes
perpetuos eran los caserones con sus inseparables vecinos del lugar, los
pequeños reptiles y arácnidos que no dejaban entrever de vez en cuando por los
curiosos de turno, y que estaban unidos a los inmortales muros.
Evocando estos recuerdos de la
vieja aldea mi mente se ve sumergida en el pasado, componiendo los cuadros
pintorescos y ya olvidados que la formaron, ¡! Debía de ser maravilloso ¡! Su
calle Mayor, con su suelo enguijarrado y humedecido por el continuo chorrear del pilar, donde día
tras día, iban las mujeres con los cantaros por el agua, donde jugaban los
niños y se divertían los mayores con los juegos dominicales.
Sus rústicos empedrados formaban
las aceras, dejándose decorar por el verde musgo que salía de entre las
piedras, rodeadas de sus pequeñas y estrechas callejones inclinados, dejándose
desprender de la ladera de la montaña, daba a la aldea la silueta de estar
suspendida en el vacío, resguardada de todo peligro por sus corpulentos cerros.
Los cerros que recubrían el
paisaje de pequeños arbustos y monte bajo, donde los pájaros llenaban el viento
de interminables melodías.
¿Cómo debía ser la aldea en sus
cúspide de grandeza y como se derrumbo ¿
. cuando se haga estas preguntas creo ver en el rostro de sus gentes una
tristeza que los dejaba inmóviles, dejando se mirar al futuro. Debería de dar
vueltas su cabeza sin rumbo fijo, sin querer pararse, no siendo capas de
descubrir cual de estos cuadros es el autentico, el que ellos reconocieron.
Como podemos ser tan crueles,
podemos dejar morir las cosas sin darnos cuenta. Hacemos las situaciones
imposibles hasta destruirnos el sello de nuestra identidad. Son solo preguntas
que el destino podrá resolver, el que nos dará las respuestas que seguramente
se encontraran entre los muros de sus casas,
de esas derruidas paredes, de esos oscuros rincones.
Quizás no se halla respuesta pero
es necesaria buscarlas; hay que encontrar esa pagina perdida que nos de la solución,
sino, poco apoco iremos muriendo con ellas, con esas viejas aldea, con un poco
de nosotros mismos.
No ira faltando algo, un algo que
abandonamos un día sin darle importancia y que no hará exclamar “ VIEJA ALDEA “, te hemos dejado morir,
hemos sido niños, jugando entre sus calles, tus casas, tus piedras. Hemos enterrado tu orgullo, sin darnos cuenta
de que nosotros formaban parte de tu paisaje. Quizás nos hayamos perdido, PERDONANOS.